domingo, 30 de agosto de 2009

Erasmo, yanacón del valle de Chancay. El testimonio y las décimas de un afroperuano, 35 años después


El joven estudiante Jorge A. Carbajal conoció al anciano Erasmo Muñoz como parte de un proyecto que investigaba el yanaconaje en el valle de Chancay, cuyo gestor era José Matos Mar. El testimonio de don Erasmo resultó enriquecido por la tradición de la décima que él y su familia habían heredado. Más tarde, la publicación del libro no se dejó esperar y fue editado por el Instituto de Estudios Peruanos en agosto de 1974. Hoy día resulta un testimonio de lectura obligatoria en la Universidad de San Marcos, entre otras. Sin embargo, este apreciable libro no ha sido motivo de reediciones actuales y ya no está en venta en las librerías. Por esta razón, creemos oportuno celebrar sus 35 años de publicación, ya que el testimonio de don Erasmo Muñoz es representativo de la situación del campesinado costeño y, más aún, de la comunidad afroperuana. He aquí 4 de sus más elogiables décimas:


Sobre esta tierra dura
el hombre caminando va,
en todo paso que da
se acerca a su sepultura.

Desde el día en que el hombre nace
ya comienza a padecer,
y por fin llega a tener
aliento para pararse.
El hombre para formarse
sufre mucha desventura,
y así toda criatura
por su madre va llorando.
Va cayendo y levantando
sobre esta tierra dura.

Si no lo oprime la muerte
llega al fin a caminar,
y se pone a cavilar
que ha tenido buena suerte.
Se considera muy fuerte
el hombre en su mocedad,
cuenta la calamidad
de los transcurridos años,
y en busca del desengaño
el hombre caminando va.

Todo el mundo yo anduve,
a un sabio le oí decir,
que el hombre para adquirir,
tanto baja como sube.
La pobreza lo descubre
al hombre en necesidad.
En busca del bien se va,
y sólo encuentra al momento
obstáculo y tormento
en todo paso que da.

Al fin llegó a conocer
el lugar donde ha nacido,
porque sus cinco sentidos
se lo han reconocer.
Pero si no llega a saber
la causa de su amargura;
sólo la muerte es segura,
es evidente y cabal
sea por bien o por mal
se acerca a su sepultura.

(pp. 37-38).


Un hermoso regimiento
en la Gloria se ha formado
dan las armas de oración
y van buscando soldados.

Cristo va de coronel
marchando con gran primor,
y de sargento mayor
va el arcángel San Miguel.
El otro arcángel Rafael,
marcha de primer sargento
alférez de gran portento
el seráfico Francisco,
pues se ha formado a lo visto,
un hermoso regimiento.

De teniente va San Juan
grado que muy bien le cuadra,
San Diego cabo Escuadra
y San Gabriel capitán,
de cadete San Sebastián,
San Andrés de habilitado
y de capitán graduado
el lucero de Domingo
pues un regimiento lindo
en la Gloria se ha formado.

El Santo Tomás de Aquino
va de valiente soldado,
y oficial abanderado
es el famoso San Lino
San Marcos y Marcelino
le dan frente al batallón
se aparece San Simón
como primer ayudante
y en esta cuadra tan triunfante
dan por armas la oración.

Marcha de tambor mayor
con cajas, trompas, clarines
tocados por ángeles y serafines
San Agustín el doctor,
San Lucas y San Salvador
frente dan a sus costados,
aparecen bien armados
por afables y discretos;
son oficiales completos
y van buscando soldados.

(pp. 64-65).


¡Oh dinero cuanto vales
quién te pudiera guardar!
Porque al rico lo engrandeces
al pobre lo abates más.

Por ti, dinero, hay ladrones
asesinos, bandoleros
hay tramposos y embusteros,
alcahuetes y soplones.
Por ti se vencen pasiones,
con cuanto quieres te sales,
acarreas muchos males
y logras mil beneficios.
Por todos estos oficios,
¡Oh dinero cuánto vales!

La viuda te solicita,
la casada te desea
por ti se viste la fea
y se logra a la bonita.
La deidad más exquisita
por ti se llega a alcanzar,
y se llega a derribar
la doncella enamorada.
Pero el pobre no ve nada
¡Quién te pudiera guardar!

El navegante te ama
y el cautivo te pide piedad,
pues tú das la libertad
y todo el mundo te llama.
Al rico le das más fama,
estás con él, lo apeteces.
Sólo al pobre lo empobreces
y aumentas su padecer.
Poderoso debes ser
porque al rico lo engrandeces.

El imposible mayor
por ti se llega a alcanzar,
y se llega a derrumbar
honra, crédito y honor.
Al rico le haces favor
y sólo con él estás,
dondequiera con él vas,
adonde quiera lo subes
hasta elevarlo a las nubes
y al pobre lo abates más.

(pp. 100-101)


Los sacerdotes divinos
salen al campo a pasear;
Fray queso, Fray raspadura,
Fray carapulcra también va.

Fray sancochado va por delante
por ser el vicario de hoy,
dice el adobo: “Yo soy
ferviente cura brillante”.
Fray arroz seco con tomate
también tiene su destino;
pan tiene un curato fino
y no es como Fray guisado,
que por torpe lo han botado
los sacerdotes divinos.

El cura de arroz aguado
nunca tendrá buen asiento,
porque siempre está de pleito
con el canónico mechado.
Es un señor premandado
y es un hombre de novedad,
pues lo he oído examinar
con el doctor escabeche:
todos los días a las siete
salen al campo a pasear.

El cura Fray longaniza
nunca tendrá buen asiento
porque siempre está de pleito
con la abadesa salchicha
la niña mazamorrita
dice: “Yo soy monja pura”,
el bisteque que es el cura
dice: “Yo no digo nada,
pues quiero verles la cara
Fray queso, Fray raspadura”.

Dice el obispo mondongo:
- “Presto seré cardenal.
El pontífice será
el prefundado cafongo”.
- “Esto yo no lo dispongo;
sin duda el Papa será”,
ha dicho Fray pepián,
“Llamen a Fray chicharrones
para que oiga los sermones,
Fray carapulcra también va”.

(pp. 102-103).