viernes, 7 de enero de 2011

Leoncio Bueno: “Mi voz, bien subversiva”.

Foto: El poeta Leoncio Bueno y Milagros Carazas en Tablada de Lurín (6/1/11).


Leoncio Bueno: “Mi voz, bien subversiva”. Una aproximación temática a su obra poética


En medio de la Amazonía la celda apestosa y plagada de mosquitos se cierne sobre Klaus Kinski, que luce despeinado y descompuesto. La cámara sigue al capitán. Lleva un bigotito muy fino y los ojos pícaros le brillan, su uniforme es de época. Masculla algo en inglés. La película Fiztcarraldo (1981) continúa pero ya le he perdido interés. Importaba ver la intervención del capitán que ha sido caracterizado ni nada más ni nada menos que por Leoncio Bueno. Aquel poeta de lenguaje coloquial, irreverente y enérgico, cuyo universo poético es la lucha campesina y proletaria, la migración a la ciudad y la supervivencia de los pueblos jóvenes en medio de las dunas.
El reconocido catedrático Marco Martos (1993) sostiene que hay tres autores del “vituperio de la corte y la alabanza de la aldea”, entre ellos están Mario Florián (Cajamarca, 1917 – Lima, 1900), Efraín Miranda (Puno, 1925), y Leoncio Bueno (Trujillo, 1920). Efectivamente, ellos son considerados como parte de la Generación 45/50, cuya obra destaca por la presencia de lo social y lo rural. En esta ocasión aprovecharé este artículo para referirme brevemente a la obra poética de Leoncio Bueno con el objetivo de enumerar algunos motivos temáticos de la misma.
Como algunos recordarán, L. B. es hijo de una relación interétnica conocida en el norte del país como afroyunga, tal como anuncia en el poema “Leoncio Bueno recordando a su padre”, a saber: "Mi mamá, que era una morena en razada y bien polenta,/ a veces desgranaba historias picantes sobre mi padre/ (...) Que era un cholo blancón, buen mozo y bien jijuna" (p. 30).


Se trata pues de un poeta de raigambre campesina, que ha sido migrante a la ciudad, en la que ha realizado diversos oficios como soldado de caballería, obrero, mecánico, periodista, portero. Asimismo ha sido sindicalista, luchador social y hasta revolucionario. Tampoco se puede olvidar que integró el Grupo Primero de Mayo, desde su fundación en 1957 hasta su retiro definitivo en 1968.
Ahora bien, L. B. es autor además de varios poemarios, cuyas ediciones han sido precarias y dirigidos a un público popular, entre ellos cabe señalar: Al pie del yunque (1966), Pastor de truenos, Invasión poderosa (1979), Rebuzno propio (1976), La guerra de los runas (1980) y Los últimos días de la ira (1990). Prácticamente sus inicios en la literatura coinciden con su ingreso a la política y el periodismo. En varias ocasiones se ha proclamado anarcotrotskista y se ha dedicado a escribir las páginas políticas y culturales de diarios y revistas, como Marka y Oiga. Debido a sus ideas antiimperialistas y su oposición a ciertos gobiernos fue perseguido y preso en varias ocasiones.
Su experiencia vivida y militancia política han impregnado su poesía de un lenguaje contestatario e irónico. Así lo testifica varios de sus poemas como “Sinfonía roja” en el que expresa: “Yo quisiera decirles la palabra más honda,/ la palabra que alienta, esa de acento/ tan puramente nuestro;/ la palabra que cantan el cincel y la fragua,/ la que silban el martillo y el yunque;/ las mansiones que crecen con el hambre del pueblo” (pp. 9-10).
El otro aspecto que se observa en sus versos es la alusión a espacios disímiles. La presencia del campo es uno de ellos, existen poemas nostálgicos referidos al río, el buey, la gallareta, el valle de Chicama, etc., en especial, en sus primeros poemarios. Esto es notorio en el poema dedicado “A la hacienda Facalá”, del que extraemos los siguientes versos: “¡No puedo volver a ti!/ Una tarde, desde la alta colina/ te vi por última vez,/ siempre verde y florida bajo el cielo otoñal./ Vi los álamos de tu río,/ oí el canto de tus gallos,/ todo a lo lejos se mecía/ como un sueño en las nubes” (p. 38).
Por otro lado, se menciona el desierto y cobra importancia también la ciudad, donde se ubican las barriadas construidas sobre las tierras eriazas de Comas y la Tablada de Lurín. De este modo Bueno alude a los conos y los pobladores marginales que han conquistado para sí la periferia de la capital. Esto es visible en poemas como “Canto del poblador de la barriada”, escrito en 1959, que dice: “Somos los explotados,/ los sin tierra, sin sol y sin oxígeno;/ somos los que en la urbe/ erguimos los rascacielos/ e inflamamos/ la cósmica elocuencia de las usinas” (p. 55). Es todo se percibe también en el celebrado poema “Wayno de Comas”, en el cual apunta: “Un día la masa dijo ¿somos o no somos?/ Tomamos estos cerros, he aquí, se alza una obra/ grande/ enganchada al remolino de la era espacial” (p. 75).
Poemas como estos y otros han permitido consolidar la imagen de que Bueno es el Poeta del arenal. Habría que señalar que para la literatura afroperuana es un autor de mucha relevancia que durante bastante tiempo ha permanecido al margen del canon. Sin embargo, en su momento, L. B. compartió el ámbito cultural de su generación y su obra fue alguna vez premiada. Ha sido amigo de Manuel Moreno Jimeno, Sebastián Salazar Bondy, Emilio Adolfo Westphalen, Alejandro Romualdo, Manuel Acosta Ojeda, Julián Huanay, y otros destacados intelectuales. Recuérdese que Bueno obtiene la Mención Honrosa en el Premio Nacional de Poesía en 1971 y la Mención Honrosa en el Premio Casa de las Américas en 1975.
Es necesario reencontrarse entonces con la obra poética y periodística de Leoncio Bueno, es decir atender por fin el mensaje de los cerros y las dunas, oír la estrepitosa voz de los runas. En definitiva, leer los versos de un poeta nonagenario que sigue escribiendo hasta romperse el alma “al golpe de hacha/ con toda raza/ duela a quien duela” (p. 17), como expresa en su poema “Autorretrato”. Pues su discurso poético ha sabido captar con agudeza los procesos de modernización del país, el desborde popular de las ciudades así como la convivencia de nuestras culturas en nuevos espacios de convivencia. Leer su obra hoy es una tarea ineludible.

BIBLIOGRAFÍA

BUENO, Leoncio
1966 Al pie del yunque. Lima: Grupo Intelectual Primero de Mayo
1968 Pastor de truenos. Lima: Ediciones Túngar.
1970 Invasión poderosa. Lima: Ediciones Túngar.
1976 Rebuzno propio. La dicha de los dinamiteros. Lima: Ediciones Arte/Reda.
1980 La guerra de los runas. Lima: Ediciones Túngar.
1990 Los últimos días de la ira. Lima. Edición del autor.

FORGUES, Roland
2007 Cantar de golondrino. Testimonio de vida. Lima: Editorial San Marcos.

MARTOS, Marco (Comp.)
1993 Documentos de literatura 1: La generación del cincuenta. Antología poética de la promoción 45/50. Lima: Masideas.

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Para mayor información sobre este personaje buscar en el blog Leoncio Bueno, el poeta del arenal en



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