Viernes 25 de diciembre de 2009
Hemos desayunado muy temprano. Quiero llegar a Capote lo más pronto posible. Según los amigos, es necesario regresar a Chiclayo, ir al terminal en las afueras y subirse a una combi rumbo al distrito de Picsi y de ahí recién en una motocicleta a Capote. Llegar allá no nos toma mucho tiempo, en realidad estamos muy cerca de la ciudad, sin embargo al acercarnos a Capote el paisaje cambia, dejamos atrás las casas de material noble, las veredas de cemento y las pistas. Desde la mototaxi se avisora paisajes nuevos como el de la caña de azúcar, el arrozal, etc. Los algarrobos y los mangos altos y robustos son un deleite a la vista también. Después de una curva ya se vislumbra Capote. Este resulta un centro poblado relativamente extenso, ya que está dividido en barrios, uno más alejado del otro como el Nuevo, el Chaparral, el Mango, etc. Más tarde, me entero que este diseño extraño fue idea del antiguo hacendado, pero de la hacienda solo queda un par de palmeras cansadas y maltratadas por el tiempo, el fuego y la desidia. Se cuenta que ahí ataban a los esclavos y les daban de látigos. Las observo con detenimiento y me parecen algo inclinadas y dolientes. El recuerdo de la esclavitud no es grato, pero necesario para jamás olvidar a nuestros antepasados. Ellos soportaron el calor, las lluvias, los insectos, la fatiga, los maltratos y demás. Recordarlos hoy es una manera de honrarlos.
Confieso que ya antes habíamos venido a "peinar la zona", esa frase militar es justo lo que hicimos el lunes pasado y resultó una visita estratégica. Llegamos a la casa del joven sociólogo Roberto Jaramillo. Amablemente nos recibió y relató orgullosamente la historia de Capote, por lo menos lo que él ha podido descubrir en su propia investigación. Nos informó que prepara su tesis. Esto es gratificante. Dimos una vuelta a los alrededores. La caminata polvosa y bajo poquísima sombra fue castigadora. Le hablamos de nuestra afición a las aves así que nos llevó al Reservorio más próximo. La visita al lugar ecológico fue encantadora pues encontramos muchos patos y garzas, debo agregar que había también mosquitos. ¡Alalauuu!
Ahora estamos de regreso en Capote, como ya lo dije, muy tempranito para asistir a la Fiesta del Niño. Al principio observo que hay mucha curiosidad de los pobladores por nuestra presencia, sobre todo por parte de unos hombres afroperuanos altos y robustos, amenazantes; luego me doy con la sorpresa que pertenecen al comité organizador. ¡Qué miedito! En un descuido les saco la lengua. ¡Buuuh!
Hemos desayunado muy temprano. Quiero llegar a Capote lo más pronto posible. Según los amigos, es necesario regresar a Chiclayo, ir al terminal en las afueras y subirse a una combi rumbo al distrito de Picsi y de ahí recién en una motocicleta a Capote. Llegar allá no nos toma mucho tiempo, en realidad estamos muy cerca de la ciudad, sin embargo al acercarnos a Capote el paisaje cambia, dejamos atrás las casas de material noble, las veredas de cemento y las pistas. Desde la mototaxi se avisora paisajes nuevos como el de la caña de azúcar, el arrozal, etc. Los algarrobos y los mangos altos y robustos son un deleite a la vista también. Después de una curva ya se vislumbra Capote. Este resulta un centro poblado relativamente extenso, ya que está dividido en barrios, uno más alejado del otro como el Nuevo, el Chaparral, el Mango, etc. Más tarde, me entero que este diseño extraño fue idea del antiguo hacendado, pero de la hacienda solo queda un par de palmeras cansadas y maltratadas por el tiempo, el fuego y la desidia. Se cuenta que ahí ataban a los esclavos y les daban de látigos. Las observo con detenimiento y me parecen algo inclinadas y dolientes. El recuerdo de la esclavitud no es grato, pero necesario para jamás olvidar a nuestros antepasados. Ellos soportaron el calor, las lluvias, los insectos, la fatiga, los maltratos y demás. Recordarlos hoy es una manera de honrarlos.
Confieso que ya antes habíamos venido a "peinar la zona", esa frase militar es justo lo que hicimos el lunes pasado y resultó una visita estratégica. Llegamos a la casa del joven sociólogo Roberto Jaramillo. Amablemente nos recibió y relató orgullosamente la historia de Capote, por lo menos lo que él ha podido descubrir en su propia investigación. Nos informó que prepara su tesis. Esto es gratificante. Dimos una vuelta a los alrededores. La caminata polvosa y bajo poquísima sombra fue castigadora. Le hablamos de nuestra afición a las aves así que nos llevó al Reservorio más próximo. La visita al lugar ecológico fue encantadora pues encontramos muchos patos y garzas, debo agregar que había también mosquitos. ¡Alalauuu!
Ahora estamos de regreso en Capote, como ya lo dije, muy tempranito para asistir a la Fiesta del Niño. Al principio observo que hay mucha curiosidad de los pobladores por nuestra presencia, sobre todo por parte de unos hombres afroperuanos altos y robustos, amenazantes; luego me doy con la sorpresa que pertenecen al comité organizador. ¡Qué miedito! En un descuido les saco la lengua. ¡Buuuh!
En las cercanías de una casa en el barrio el Nuevo se van juntando los pequeños ángeles, las pastoras. Llevan puesto blusas y faldas largas muy coloridas, además de trencitas y sombreros de paja en la cabeza. También hay muchachos vestidos de pastores. Empieza a tocar la banda de Ferrañafe, ya están todos en filas, se suman los padrinos. Parten hacia la pequeña iglesia a recoger al Niño o, debiera decir, los niños: unos va sentadito en una silla y el otro recostado en una cuna. En la iglesia se ha armado un nacimiento en la esquina derecha. Todos bailan y se aproximan a los niños, les saludan y piden sus bendiciones. Cuando pregunté por qué eran dos, no supieron darme razón.
Es momento de que los padrinos levanten en sus brazos a los niños e iniciemos el recorrido por los barrios. Aunque el cielo está nublado y el sol no aparece, el calor ya empieza a agobiarnos. Recorremos los diferentes barrios, uno a uno, en cada casa nos reciben con alegría y devoción. Los vecinos nos convidan bebidas. ¡Ufff! Agradecidos continúamos al siguiente barrio. En El Chaparral, muy entrado en Capote, los vecinos armaron un nacimiento propio, un becerro pequeño y muy quietesito está echado a la entrada. Algunos se acercan, se arrodilan y se santifican. Continuamos hasta regresar a la iglesia. Las pastoras bailan o cantan a su turno, la banda estalla en villancicos y marineras. Ha sido un extenso y cansado trayecto, sin embargo se ha cumplido. Creo que nos sentimos satisfechos de nosotros mismos. La fiesta continúa después del merecido almuerzo. Qué mejor que una carapulcra casera y bien sazonada!
En la tarde asisitimos al estadio local, un partido de fútbol nos espera. Como suele suceder, en este deporte y más en nuestro país, no hubo goles, eso sí mucho polvo, sudor y golpes. El partido concluyo con penales. El barrio ganador celebró victorioso, nosotras regresamos a Picsi.
A propósito tenía una curiosidad enorme y era saber cuál era el significado de esta palabra. ¿Era uno vocablo moche? En realidad, no obtuve respuestas en la municipalidad, ya que los empleados no fueron muy útiles. La auxiliar de la biblioteca aunque amable, no tenía la respuesta a mi interrogante. Después pedí un mapa, eso fue otro lío. Al parecer no había, me dieron una fotocopia en tamaño A4, muy general en la cual aparecía Capote, era apenas un puntito en el papel. Se desconoce su historia, los datos son mínimos como la preocupación por este centro poblado y los otros. Allá, en Capote, me comentaron que los políticos se acuerdan de ellos sólo y únicamente en campaña. Concluyo que la población de Capote aunque dispersa y dividida por barrios, siempre compitiendo entre ellos, será la unión de esfuerzos lo que permitirá su desarrollo. Espero que lo entiendan pronto.
Sábado, 26 de diciembre de 2009
Estamos en Capote desde las 10:00 a.m., para presenciar los juegos populares. Esperamos un rato y visitamos a algunos pobladores afroperuanos. Me interesa que ellos mismos me cuenten su visión del pasado y el presente de Capote. Al paso del tiempo compruebo que la gente puede llegar a tener más de ochenta o noventa años aquí, así como muchísimos hijos. Esa longevidad del poblador de Capote es envidiable. Los ancianos son saludables en su mayoría: algunos continúan haciendo trabajos en la chacra, otros andan bien derechitos sin bastón y unos pocos se quejan de algún mal como la sordera o la vista. Soy muy respetuosa con ellos, espero que compartan conmigo su secreto, me pregunto cómo logran vivir tantísimos años.
Es momento de que los padrinos levanten en sus brazos a los niños e iniciemos el recorrido por los barrios. Aunque el cielo está nublado y el sol no aparece, el calor ya empieza a agobiarnos. Recorremos los diferentes barrios, uno a uno, en cada casa nos reciben con alegría y devoción. Los vecinos nos convidan bebidas. ¡Ufff! Agradecidos continúamos al siguiente barrio. En El Chaparral, muy entrado en Capote, los vecinos armaron un nacimiento propio, un becerro pequeño y muy quietesito está echado a la entrada. Algunos se acercan, se arrodilan y se santifican. Continuamos hasta regresar a la iglesia. Las pastoras bailan o cantan a su turno, la banda estalla en villancicos y marineras. Ha sido un extenso y cansado trayecto, sin embargo se ha cumplido. Creo que nos sentimos satisfechos de nosotros mismos. La fiesta continúa después del merecido almuerzo. Qué mejor que una carapulcra casera y bien sazonada!
En la tarde asisitimos al estadio local, un partido de fútbol nos espera. Como suele suceder, en este deporte y más en nuestro país, no hubo goles, eso sí mucho polvo, sudor y golpes. El partido concluyo con penales. El barrio ganador celebró victorioso, nosotras regresamos a Picsi.
A propósito tenía una curiosidad enorme y era saber cuál era el significado de esta palabra. ¿Era uno vocablo moche? En realidad, no obtuve respuestas en la municipalidad, ya que los empleados no fueron muy útiles. La auxiliar de la biblioteca aunque amable, no tenía la respuesta a mi interrogante. Después pedí un mapa, eso fue otro lío. Al parecer no había, me dieron una fotocopia en tamaño A4, muy general en la cual aparecía Capote, era apenas un puntito en el papel. Se desconoce su historia, los datos son mínimos como la preocupación por este centro poblado y los otros. Allá, en Capote, me comentaron que los políticos se acuerdan de ellos sólo y únicamente en campaña. Concluyo que la población de Capote aunque dispersa y dividida por barrios, siempre compitiendo entre ellos, será la unión de esfuerzos lo que permitirá su desarrollo. Espero que lo entiendan pronto.
Sábado, 26 de diciembre de 2009
Estamos en Capote desde las 10:00 a.m., para presenciar los juegos populares. Esperamos un rato y visitamos a algunos pobladores afroperuanos. Me interesa que ellos mismos me cuenten su visión del pasado y el presente de Capote. Al paso del tiempo compruebo que la gente puede llegar a tener más de ochenta o noventa años aquí, así como muchísimos hijos. Esa longevidad del poblador de Capote es envidiable. Los ancianos son saludables en su mayoría: algunos continúan haciendo trabajos en la chacra, otros andan bien derechitos sin bastón y unos pocos se quejan de algún mal como la sordera o la vista. Soy muy respetuosa con ellos, espero que compartan conmigo su secreto, me pregunto cómo logran vivir tantísimos años.
Por ejemplo, Doña Casimira es una anciana de 95 años, muy afable y risueña. Poco a poco nos cuenta su historia de vida. Se enamoró de un andino, se escapó a los dieciocho y tuvo nueve hijos con él. Ha tenido una experiencia difícil como otras mujeres afroperuanas de Capote. Ha trabajando siempre en casa, luchando día a día; sus hijos ya sean logrado y hoy vive en su modesta casa al lado de la iglesia. Es admirable. Compruebo con su testimonio el proceso de la migración andina a la costa, ya que en Capote es particularmente afecta de esta, tanto así que desde algún tiempo a esta parte el mestizaje cultural y étnico es notable.
Al fin, después de mucho esperar, se inician los juegos. Es más del mediodía y el calor es terrible, pero los pobladores han colmado las tribunas de la canchita cerca a las históricas palmeras, en el centro mismo de Capote. Entre juego y juego se interroga a todos, son temas relacionados a la cultura general. Los premios son donaciones del comité de Lima. Me entero que la migración a la capital es una realidad, de modo que hay lugares y comercios que son representativos de los pobladores de Capote en Lima. Esto es un indicador que la situación local no es buena y que el capoteño es también muy emprendedor.
También es importante saber la perspectiva de los más jóvenes, así que visitamos al cajonero Luis Silva. Al principio se muestra tímido pero después de unos minutos de sentirse agusto entre sus instrumentos se vuelve muy conversador demostrando firmemente que es lo que quiere para sí en la vida. Él nos sólo toca el cajón sino además el checo o calabazo. Lleva muy bien el ritmo aprendido de su fallecido maestro e incluso se atreve a experimentar con nuevos toques. Ya participa en un grupo musical en Capote a pesar de sus 14 años. Pienso que con el apoyo de su familia y una oportunidad puede que logre su sueño. En realidad, depende mucho más de él, de su propia disciplina y persitencia, hasta romper el cajón, como Lucho cuenta que ha hecho alguna vez tocando.
Por otro lado, la fiesta continúa. En la iglesia los Niños llevan otras ropitas. De un lado el Señor de los Milagros y del otro San Martín observan a los feligreses. Nos despedimos y continúamos nuestro viaje a Chiclayo, para continuar hacia el norte, Piura, más específicamente a Morropón-Chulucanas. Ya deseo conocer Yapatera y sus alrededores. ¿Qué me esperará allá?
(continuará)
También es importante saber la perspectiva de los más jóvenes, así que visitamos al cajonero Luis Silva. Al principio se muestra tímido pero después de unos minutos de sentirse agusto entre sus instrumentos se vuelve muy conversador demostrando firmemente que es lo que quiere para sí en la vida. Él nos sólo toca el cajón sino además el checo o calabazo. Lleva muy bien el ritmo aprendido de su fallecido maestro e incluso se atreve a experimentar con nuevos toques. Ya participa en un grupo musical en Capote a pesar de sus 14 años. Pienso que con el apoyo de su familia y una oportunidad puede que logre su sueño. En realidad, depende mucho más de él, de su propia disciplina y persitencia, hasta romper el cajón, como Lucho cuenta que ha hecho alguna vez tocando.
Por otro lado, la fiesta continúa. En la iglesia los Niños llevan otras ropitas. De un lado el Señor de los Milagros y del otro San Martín observan a los feligreses. Nos despedimos y continúamos nuestro viaje a Chiclayo, para continuar hacia el norte, Piura, más específicamente a Morropón-Chulucanas. Ya deseo conocer Yapatera y sus alrededores. ¿Qué me esperará allá?
(continuará)
2 comentarios:
Buenas tardes:
Le saluda cordialmente una alumna estudiante de Medicina Humana, residente en Chiclayo. He leído su post y me ha parecido muy bueno! estoy sumamente interesada en saber si puede brindarme más información del pueblo de Capote debido a que estoy realizando un trabajo de investigación para mi curso de Antropología. Le agradecería mucho responder este mensaje, que tenga buen día. Gracias de antemano.
HOLA BUENAS TARDES, SOY ESTUDIANTE DE MEDICINA HUMANA Y ME GUSTARIA SABER ALGO MAS DE CAPOTE , EL POST ESTA INTERESANTE PERO NO SE SI PORDRIA COLGAR MAS INFORMACION DE CAPOTE YA QUE DESCEO INFORMACION PARA UN TRABAJO DE INVESTIGACION...
ME GUSTARICA QUE ME ME APOYARA, GRACIAS.
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