domingo, 11 de enero de 2009

Juan Urcariegui, el decimista







JUAN URCARIEGUI GARCÍA
(Lima, 1928-2003)

Ha sido ebanista. Es considerado uno de los grandes decimistas del siglo XX junto con Nicomedes Santa Cruz. Publicó La Inquisición de Lima. Décimas (1993), Si te quieres no te drogues (2002), Alianza siempre Alianza (2002), Décimas de buena madera: Breve historia de España (2002).


¿Qué es un negro?

¿Qué es un negro?, preguntó
a su madre un niño blanco
cerca de las puertas de un banco
cuando justo entraba yo.
La señora me miró
pero yo pude apreciar
que para disimular
jaló del brazo al pequeño
y por complacer su empeño
yo le voy a contestar.

¿Quieres saber qué es un negro?
Un negro es un ser humano
que tiene padres, hermanos,
hijos, esposa y suegros.
Muy sencillo, ¿no? Me alegro.
Me alegro porque es mi raza
y si tuvo la desgracia
de haber sido esclavizado
caro tributo ha pagado
a la ambición y a la audacia.

Fue un instrumento
del sadismo de los blancos
y en las tareas del campo
se le trató cual jumento.
Siempre se le tuvo hambriento
hacinado en el galpón
y en la más leve ocasión
el látigo fue su pan.
Muy pocos olvidarán
esta cruel aberración.

Sin asomo de rencor
por lo mal que nos trataron
le diré que nos quemaron
gozando de nuestro dolor.
Y eso no fue lo peor.
Lo juro ante un crucifijo,
quemaron a nuestros hijos
niños así como tú
gozando de la esclavitud
con infernal regocijo.

Hoy, aunque tú no lo creas,
no somos libres del todo,
pero pensando a mi modo
no hay humano que lo sea.
Pero ya cuando me vea
delante de un gamonal
hablaré de igual a igual
gritando lo que me plazca
y habrá que guardar la huasca...
o la pasará muy mal.


Soy negro ciento por ciento

Soy negro ciento por ciento
pero no negro servil
si estoy atento y gentil
es porque en verdad lo siento.
No soporto el aspaviento
ni tampoco imposición
y cuando doy mi opinión
lo hago a mi libre albedrío
pues digo caliente o frío
por mi propia convicción.

No le temo a la verdad
porque soy aliado de ella
porque la estimo tan bella
cual mi propia libertad.
Con esta seguridad
no rehuyo ni me escondo
y si debo calar hondo
para explicar un asunto
voy directamente al punto
y con altura respondo.

Doy a Dios lo que es de Dios
al César lo que es de César
mas no inclino la cabeza
ni ante el Atila feroz.
Que nadie me alce la voz
porque si me gritan, grito
y si hay algún exquisito
que por allí lanza un ajo
veintisiete mil carajos
en su cara le repito.

Trato bien a quien bien me trata
pero me amoldo a su juego;
si me alza la mano, pego
maltrato si me maltrata
desconfío de la rata
que me ofrece falsa estima,
pero en el llano y la cima
se valora a los hombres.
Recuerden pues bien mi nombre
soy Urcariegui, de Lima.

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